Archive for marzo 2013
¿La religión es un insulto para la dignidad humana?
By : Conejito de la chistera
Me alegra saber que hubieron personas interesadas y que además
le gustaron leer la anterior y primeriza portada de este blog, (les doy gracias
por darme los ánimos en escribir otra entrada) que simplemente creé por impulso
a mostrar ciertas opiniones y experiencias que se han ido creciendo a medida
que aprendía y conocía nuevas opiniones, artículos...y... qué diantres, me iba
mostrando la experiencia del día a día respecto a la sociedad. Puede que
aquesta servidora parezca que viva de observar a su medio; pues no sólo de
ello, como todos, albergo una opinión e interés por el mundo que me rodea, pues
perdonen mi egocentría, sólo soy una chica de unos diecinueve años que
desespera por romper el cascarón y activar el mundo que la rodea.
Después de esta aburrida introducción, empezaré fuerte, si
señor, tocando un tema bastante delicado
(pues hay diversas y numerosos tipos de opiniones sobre el tema, que no
estarían de acuerdo con el comentario que les mostraré más adelante, y aún así,
diré tranquilamente que como cualquier persona, me reservo el derecho de opinar
libremente de lo que me de la gana)
Primero vayamos por términos.
Existen tres tipos de personas; Los agnósticos, los ateos y los
religiosos.
Un agnóstico es una persona que cree que la existencia de Dios
no puede probarse basándose en evidencias al uso, pero que no niega la
posibilidad de que Dios exista. El agnóstico no va tan lejos como el ateo, que
considera que el asunto de la existencia de Dios está zanjado. De hecho, si
ambos vieran un día un arbusto en llamas que hablara y dijera “Soy el que soy”,
el agnóstico empezaría a buscar a ver dónde está la grabadora escondida,
mientras que el ateo se encogería de hombros y se pondría a asar castañas.
Ahora, os mostraré un chiste sacado de mi libro favorito;
“Platón y un ornitorrinco entraron en un bar”, donde nos explica con un buen
ejemplo a donde quiero llegar a parar.
Dos irlandeses colegas de borrachera est´´ en un pub y ven a un
calvo bebiendo solo al fondo de la barra.
-Oye- dice Pat-. ¿Ese de ahí no es Winnie Churchill?
-¡Bah!- responde Sean-. No lo cre. Winnie Churchill no estaría
en un sitio como este.
-Tio- insiste Pat-. Que no es broma. Mírale bien. Juraría que
es Winnie Churchill. Me apuesto diez libras.
-¡Se acepta la apuesta!
Pat se va al final de la barra y le dice al calvo:
-Tu eres Winnie Churchill, ¿a que si?
-Fuera de mi vista, ¡imbécil!- grita el calvo.
Pat vuelve a sentarse junto a Sean y dice:
-Me temo que ya nunca lo sabremos, ¿verdad?
Éste es el razonamiento de un agnóstico, los ateos son otra
cosa muy distinta.
Ya desde tiempos remotos, discutir por la existencia de Dios, o
cuales de ellos es el verdadero, arrastra tanta historia detrás, tantas guerras
y culturas, que incluso filósofos, llegan a la conclusión de que es entrar en
terreno inútil entre unos y otros por la existencia de algo que no podemos
probar la existencia o no de ello (aunque sí, la existencia de esos falsos
dioses con los que el hombre se ha crecido para hacerse con el poder durante la
historia del mundo; como la cristiandad por ejemplo ya que es de las más
generalizadas, que hipócritamente tiene como finalidad el amor entre hermanos
mientras acumulan más y más poder, impidiendo el avance científico,
aprovechando su poder para colarse en cualquier ideal con comentarios sin
lógica alguna, atemorizando al pueblo y excluyendo al que no llegara a formar
parte de sus expectativas como es el caso de la mujer o a los homosexuales).
En mi caso, ya que este es un ensayo personal donde
subjetivamente sumerjo mis ideas libremente, puedo decir que no creo en un
Dios, pero no descarto ninguna idea puestos a que no puedo probar nada. Soy una
agnóstica. No digo no, pero tampoco sí. No rezo, no pido nada a un ser
superior, pero tampoco creo que eso a lo que muchos llaman “Dios”, y esa misma
imagen que ellos dieron al paso de los años
a esa especie de “fuerza” o “energía”, sea casualmente la verdadera.
Una vez, en clase de filosofía, mi profesora comentó una cita
del señor Steven Weinberg donde decía lo siguiente;
“La religión es un insulto a la dignidad humana. Con o sin religión siempre habrá buena gente haciendo cosas buenas y mala gente haciendo cosas malas. Pero para que la gente haga cosas malas hace falta la religión.”
Aquí es donde alegremente os podría representar miles de
ejemplos donde la religión, aprovechándose de las débiles y manipulables mentes
de nuestra inconsciente sociedad, ha llegado a influir de tal manera, en la que
se han visto envueltos en guerras, hambrunas, más y más guerras, pobrezas,
inquisiciones, etc. (¿A que eso no te lo enseñan cuando vas a la catequesis
para hacer la comunión?) Normalmente, (y con esto no quiero decir que sea todo
el mundo) las personas que creen fielmente en la existencia de un Dios suelen
ser tan poco susceptibles a las opiniones ajenas, que simplemente o no
escuchan, o muestran con una burla esas opiniones, o se hacen víctimas de
ellas, o te atacan a cuchillo y fuego hasta que no opines como ellos. Pero eh,
también está el lado de los ateos, que miran con ese odio cada muestra de esas
personitas que simplemente buscan una esperanza y un rayo de luz a sus
problemas, rezando a un ser que quizás, según ellos creen, le servirán de algo.
O que al menos, no se digan no rezaron por lo que quisieron. No. Eso tampoco es
así.
La cosa es simple; si
queremos que la cosa avance, tenemos que respetar toda opinión ajena, ya sean
creyentes como que no lo sean, sean de la religión que sean, crean en lo que
crean, no sois ninguno de vosotros dueños de nadie para criticar
irrespetuosamente los ideales de NADIE. Puestos a que una cosa es opinar, y
otra criticar de mala manera, insultando los ideales diferente a los vuestros
como si lo supierais todo en esta vida (os recuerdo que sólo somos humanos, a
lo mucho que tenemos, es capacidad de
razonar, usar la lógica e imaginar, que tampoco es que no se desarrolle
demasiado en general).
No obstante, la religión es algo demasiado relativo como para
tomar a la ligera. Hay que ser demasiado ingénuo si te crees literalmente todo
lo que te cuenta un libro que quién sabes tú, escribió de verdad, te explica un
cuento con capítulos donde los protagonistas van cambiando. Bien equipado,
claro, con temporadas y todo (dígase que hablo del testamento dando un ejemplo
de la biblia, puestos también podría utilizarlo para más religiones, pero
aquesta es la que más conozco).
-¿Religión?
-Metodista.
San Pedro consulta su lista.
-Vaya a la sala número 28- le dice-.Pero guarde silencio al
pasar por la 8.
Llega otro hombre a las
puertas del cielo.
-¿Religión?
-Baptista.
-Vaya a la sala 18, pero guarde silencia al pasar por la 8.
Un tercer hombre llega a las puertas del cielo.
-¿Religión?
-Judío.
-Vaya a la sala 11, pero guarde silencia al pasar por la sala
8.
-Entiendo que haya salas distintas por las diferentes
religiones- dice el hombre-. Pero ¿porqué tengo que guardar silencio al pasar
por la 8?
San Pedro le responde:
-En la sala 8 están los testigos de Jehová y cree que son los
únicos que han ido al cielo.
De nuevo, sacado de “Platón y un ornitorrinco entran en un
bar”, un chiste donde quería mostrar lo dicho anteriormente.
Si no podemos hacer pensar y creer a otras personas lo que
nosotros creemos, deben creer a nuestro juicio. ¿Porqué no mejor mostramos un
respeto a la opinión ajena? Claro está, denunciando aquellas cosas que nos
resulten inmorales, como presentando los miles de millones que podría costar el
majestuoso palacio del Vaticano, cuando hay tantas y tantas personas
desfalleciendo de hambre.
Quizás, si opináramos correcta y respetuosamente aquellas
personas que queremos que nos escuchen, comenzarán a hacerlo. Quizás entre
todos no lleguemos a una realidad verdadera, y puede que el ser humano a veces
necesite creer de una mágica esperanza que le hagan creer que tienen una
segunda oportunidad al morir, o que hay algo que los están protegiendo o les
ayudarán cuando estén en apuros a ellos y a sus seres más queridos. Que
recibirán una recompensa por el esfuerzo hecho. En resúmen; hay personas que
necesitan de ese rayo de luz, aunque sea imaginario, para poder caminar sin
miedo sobre los caminos de la vida.
¿Por Qué entonces, vamos los demás a arrebatarle nosotros ese
rayo de luz si es que lo necesitan al igual de qué necesidad tenemos de que nos
cieguen a nosotros con sus historias fantásticas sobre esos mágicos rayos de
luz que ven y de quienes los están alumbrando?
pero al menos, entre todos podamos llegar a un “acuerdo”, en el
que pacíficamente, creyentes, agnósticos u ateos, convivamos en paz y en
armonía, ¿porqué no?
El ego entre las tribus urbanas. ¿Harto?
By : Conejito de la chistera
Desde hace ya varios años atrás, la sociedad se ha visto
envuelta en una serie de caracteres y gustos de los que, según ciertas
similitudes, se podrían hacer grupos y clasificaciones de un determinado número
de personas o como bien podríamos llamarlo hoy día; tribus urbanas.
Hay diferentes tipos de tribus de los que actualmente podríamos
servirnos para hacer ejemplos, como por ejemplo los metaleros, hippies, mods,
punks, raperos, rocanroleros, skatos, skins, góticos, rastafaris, emos, canis,
otakus, etc.
Innumerables tribus que hoy en día utilizamos para etiquetar,
clasificar y ridiculizar a todo tipo de persona según sus gustos o su forma de
expresar alguna cosa.
No es raro escuchar un “eres un friki” de alguna persona que
vaya dirigido a alguien que, a juicio del insultante, el emisor le parezca una
persona más “rara” o curiosa de lo establecido, o simplemente intente llamar la
atención con un “insulto” a esa persona intentando dañarla.
Cabe decir que a nadie le gusta ser juzgada, a nadie le gusta
que le digan que es algo que no lo es. ¿Verdad?
O simplemente lo cataloguen o etiqueten como algo simplemente por sus
gustos. Que de gustos, no hay nada escrito. ¿Cierto?
Pues últimamente este tema comienza a repatearme en ciertos
sentidos puestos que, parece que es más importante tus gustos, tu forma de
vestir, y tu forma de hablar, que lo que realmente eres.
Nos hemos convertido, bueno, quizás siempre hemos sido, una
especie de maniquíes de la sociedad que intentan aparentar tener la mejor
calidad en sus productos para ser comprados. Aparentar se ha vuelto en una de
las cosas que más deban preocupar a jóvenes adolescentes, que en lugar de
intentar generar una personalidad propia, tratan de imitar a sus seguidores,
comportamientos generales que provengan de las tribus urbanas de las que ellos
quieran formar parte, y ser, simplemente, aceptados de esta manera por la
sociedad.
Yo, quizás no en un
pasado, y quizás tampoco en un futuro, pero hoy, escupo ante esta materialista
e hipócrita idea de dejar nuestro verdadero yo aparcado en un baúl,
pudriéndose, sonriendo tras una máscara creada de plástico falso e hipócrita
ante otros tantos hipócritas que son exactamente igual que ellos. Porque, os
explico, ¿no estáis ya hartos de escuchar esos “eres un friki” ridiculizando a
alguien por tener unos gustos diferentes a los de esa persona? pues bien, yo
estoy aún más cansada de ese “Yo elegí ser friki” “Yo soy diferente” “Estoy
loco/a” y ese trato que esas personas, dentro de las tribus urbanas, se dan de
diferentes, únicas y especiales por tener unos... ¿gustos diferentes a los demás? ¿pensamientos diferentes? Perdonad que os diga, pero en un concierto
heavy, ¿todos los metaleros que hay allí entonces son especiales? ¿y el que no
esté allí no lo es? ¿y ese “yo tengo gustos diferentes” de un otaku? ¿habéis
ido a un salón manga? ¿sabéis la de gente que va a un solo salón que está en
una sola ciudad? imaginaos en el mundo. A mi este tipo de comparaciones, quizás
sea excesivo el ejemplo, pero me recuerda a la idea que Hitler tenía sobre la
racia Aria, pensando que ellos eran diferentes, eran los mejores, la raza pura,
y los demás, simple escoria que no valía para nada, algo que estaba por debajo
de ellos. ¿No se parece acaso a la idea de estas personas, que dicen ser especiales
y únicas, o que tratan sus gustos como si fueran raros habiendo miles de
personas que tienen unos gustos similares, descatalogando los gustos de las
demás personas que piensen de forma diferente a ellos como si no tuvieran
validez alguna? ¿como si fuéramos escoria de la sociedad?
Sinceramente digo, que si esas personas realmente se sienten
solas, y deben depender de formar parte de una etiqueta y una tribu urbana que
categorice sus gustos y su cultura, evitando cualquier contacto con otra
persona que no sea de igual manera, quizás por miedo a que los desconocen, y el
hecho de que tengan similitudes de gustos con unas personas u otras les hagan
sentir más seguros, al menos no se las den de especialitos y únicos, y aprendan
a respetar a las demás personas, su decisión sobre los gustos que puedan o no
tener, la música que escuchen...y diantres, que dediquen su tiempo libre a lo
que quieran, pues ya que dicen tener una personalidad marcada y un modo de
pensar avanzado, al menos tengan en cuenta la libertad que TODOS y no solo
ellos, debemos tener. Pues parece que estuvieran eternamente a la defensiva,
creando corralillos unos y otros, apartándose de aquellas personas que, sin
conocerlas, las juzgan como seres a los que no deberían ni dirigirles la
palabra, quizás perdiendo la oportunidad de conocer personas maravillosas.
Para concluir me atrevería a decir, que si aquellas etiquetas
de las que nos hemos servido durante tantos años desapareciera, y comenzásemos
a aprender no sólo de los gustos de unos u otros, si no de la personalidad, la
forma de expresión y la forma de pensar de cada uno. No sólo ahorraríamos a
este planeta ya tan podrido por nuestra sociedad tantas peleas y
discriminaciones, si no que estuvieramos dando un buen ejemplo a las personitas
del “mañana” que un día serán parte del poder de nuestro planeta.
Conoceríamos personas maravillosas, quizás incluso las guerras
no cesarían, pero si disminuirían. Porque como digo, no somos etiquetas, no
somos punkis, ni frikis, ni otakus, ni canis, ni heavies... somos personas,
personas con miedos, con deseos, con inquietudes, con gustos y disgustos,
personas con historias, con curiosidades, con mil y una cosas que nos hacen
únicas; por eso mismo todos somos iguales. TÚ, eres sencillamente tú.